Adaptabilidad
Llámalo como quieras, pero asegúrate que esos mínimos te empujan a vivir, no te cierran puertas. No te lastres con cosas mundanas.
Es increíble como hacemos nuestra patria cosas que no. Como, por tozudez, educación o toda suerte de argumentos que nos damos a nosotros mismos, hacemos de cosas y hábitos prescindibles, parte de nuestra personalidad. Y más increíble es como, intentando defender los mismos, nos cerramos puertas.
Llevo siete años viviendo sola. 100% sola en una casita en la que he aprendido a estar más que cómoda en el silencio, a ser mi única compañía y a enamorarme de mis pequeñas cosas, de la perfección de las imperfecciones. Amo cada ápice de cómo funcionan las cosas en este lugar, del tipo de música que escojo para cada momento del día, del orden en el que coloco los platos en el lavavajillas, dónde guardo las cosas al llegar a casa, cómo mullo los cojines y el ritmo al que funciona todo. Mi ritmo.
Defendería esto hasta mi último aliento.
Pero sería un error.
Esto no soy yo.
Esas cosas no nos definen, solo son el lugar y los hábitos en los que te has construido, con lo que has conseguido hacerte fuerte y entender no solo que, si te lo quitan, volverás a construirlo, si no que con mucha probabilidad, llegue un momento que te interese cambiarlos para evolucionar. Cuando has peleado mucho por algo y has llegado al puerto al que querías, conviene no olvidar qué es lo que ibas a buscar a ese destino. En general, suele ser calma mental y disfrutar.
Piénsalo, cuando consigues un cargo, una propiedad, unos estándares, tendemos a creer que ese tangible es lo que hemos incorporado a nuestro no sé ¿inventario de cosas que tenemos? pero no. Cuando ganamos de verdad en algo, no es, nunca, nada material, no tendría sentido, porque si algún día lo perdiéramos o cambiáramos, estaríamos perdiendo una parte de nosotros. Lo que ganas es algo intangible, imposible de que nadie te lo quite jamás: el conocimiento. La capacidad de saber cómo gestionar batallas, como construirse un espacio en el que estar a gusto de nuevo, sea cual sea la situación de cada momento.
Hoy os escribo desde la playa, aunque, como tiene más hierba que arena, me parece más una piscina o un lago ¿Y porqué no?
Ese reino es inmaterial, porque consiste “solo” en la capacidad de poder estar a gusto en tu propia cabeza. Todos seríamos más felices entendiendo esto. Que la vida cambia cada día, que lo único que queda es el conocimiento, que ni nosotros ni nuestras costumbres estamos hechos para perdurar, somos caducos, que hay cosas que de verdad no importan y que adaptarnos es un refugio más que una condena, para poder experimentarlo todo y disfrutar.
En este último año han salido y entrado personas de mi vida y eso ha puesto a mi mundo y a mi corazón a dar volteretas. No obstante, en realidad eran cambios que yo estaba queriendo desde hace mucho por lo que ahora no tiene sentido no disfrutarlos por defender costumbres y cosas de un tipo de vida que está a punto de ser “la anterior”. Las entradas y salidas conllevan cambios de formas de hacer las cosas y te llevan a preguntarte si te estás perdiendo en ellos o hasta qué punto te afectan. Yo lo tengo claro. Si me concedieran vivir muchas vidas, diría que si casi sin pensarlo. Procuro recordarme esto cada vez que tengo resistencia a un cambio y me repito como un mantra “Es una oportunidad para vivir otra vida, solo es el preludio de otra aventura”.
Cuando esto pasa, que rola el viento y nuestras vidas cambian de rumbo, hay que plantearse cuáles son nuestros innegociables, nuestras líneas rojas o los mínimos que nos configuran. Llámalo como quieras, pero asegúrate que esos mínimos te empujan a vivir, no te cierran puertas. No te lastres con cosas mundanas como el orden, los detalles y las formas de hacer. En mi caso, solo hay unas pocas cosas a las que no renuncio: deporte, lectura, escritura, buena comida, descanso, conexión, amistad, comodidad y neoprenos y bañadores colgando mientras se secan en cualquier rincón de la casa. El cómo o dónde pasen estas cosas, me comprometo a que me de igual.
De eso no es de lo que te acordarás cuando todo acabe. Aventúrate a descubrir nuevas maneras de hacer las cosas, de redescubrirte y vivir desde otro ángulo, no seas tú quien te niegue la oportunidad de cambiar y poder evolucionar de forma constante.
Gracias por el ratito.
Claudia hermoso tú relato, también quizá resuena conmigo pues aprender a fluir con los cambios es algo que me ha enseñado a ver oportunidades y abrir las puertas y ventanas...
Ha sido un verdadero placer leerte!!!
Con este texto has fijado en palabras todo lo que ronda por mi cabeza estas dos semanas. Estaba con el ipad y queria subrayar tu texto. Jajaja