Lo del mar
El mar es ese embrujo que nos equilibra. Es balanza, es filtro, es origen y raíz. Es cura e inspiración. Es el lugar en el que se ponen en orden las prioridades.
Aún existe un lugar donde lo más importante es respirar despacito, observar con calma, tomar conciencia y disfrutar. Dónde, quieras o no, se ponen en orden las prioridades. El mar es incuestionable, no entiende de argumentos ni discursos, es lo que es, hay lo que hay y nos lo dice todo muy claro si sabemos (queremos) escuchar.
Hay mil frases sobre el mar, pero hay una de ellas que por simple, abrumadora, vasta y llena de promesas, me encanta repetirme. “El mundo es un 70% agua, quien no estudia cómo conocer el mar, se condena a vivir viendo solo un 30%”. Si en ti vibra un poco el espíritu aventurero y te agobia el no poder vivir en una época de exploradores, donde aún quedan cosas por descubrir, si se te agolpan en la cabeza nombres como Cousteau, Verne, Colón o Magallanes esta frase será bálsamo y ruido de tambores como lo es para mí. En el mar aún queda mucho por descubrir, queda todo por entender. No podemos creer que está todo visto cuando no entendemos al 100% la implicación del 70% del total. No se puede saber cómo vivir conociendo solo el 30%.
A mi me escuece no poder cantar aquello de “Yo nací en el mediterráneo” porque no lo hice. Soy alcarreña de cuna y aunque también le tengo cariño, no producen en mi los secarrales lo que el mar, que me llama y me reclama, no me deja alejarme de él y si lo hago, encuentra cómo traerme de vuelta. Es destino. Es algo casi místico, que ocurre con tanta fuerza, que he aprendido a usar como la mejor de mis cartas. Todo lo mejor que tengo a día de hoy, se lo debo al mar.
A los 7 años nos mudamos a la costa y siempre lo he considerado la 1º llamada que me hizo el mar. Más adelante mi dolencia hizo que los médicos me recomendaran vivir siempre pegada al salado. Segundo recordatorio de que mi sitio estaba cerca del mar. Y la tercera, hace poco más de dos años, cuando el mar me empezó a dar mucho miedo y lejos de alejarme, me atrajo irremediablemente hasta él. De ahí mi frase brújula “El miedo solo te está señalando tu próximo objetivo” que me llevó a certificarme con todos los cursos de submarinismo que pude hacer en un año. Saber es conocer y conocer es dejar de temer. Nunca he tomado mejor decisión. Con 21 acabé la carrera, con 25 compré mi piso, con 27 me hicieron directora. Nada, absolutamente nada de esto, con todo el esfuerzo que conllevó y los aplausos que recibí por tan meteórica carrerita, me hizo tanta ilusión y me removió tanto como cuando compré mi primer equipo de submarinismo con casi 30 años. Eso si que fue llegar a donde yo quería, ahí si que lloré de la emoción, el resto fue puro trámite para llegar hasta aquí.
Yo siendo yo.
Al mar, a la aventura, a donde tienen que estar puestas las prioridades, a lo que de verdad importa, a donde suenan los tambores. A día de hoy sueño con un trabajo que pueda darme libertad de movimiento total, solo para poder ligar mi vida más al mar y a viajar, a lo que de verdad importa. Creo que es una llamada que muchos estamos experimentando porque el mar lo necesita, necesita que viajemos y veamos, que entendamos las prioridades. Este texto no es otra cosa que un intento de dar visibilidad a dónde tenemos que poner el foco, a cuidar lo que nos cuida.
El mar es ese embrujo que nos equilibra. Trae el frio a nuestras vidas cuando la tierra se calienta en verano y la atempera cuando llega el frio invierno. Es balanza. Su fauna, por mucho que nos cueste creerlo, filtra el agua y por tanto el aire que respiramos (en todo el mundo). Es filtro. Es de dónde procedemos, dónde nació la vida. Es origen y raíz. Los mejores remedios, cosméticos y ungüentos proceden del mar y de sus algas, aunque aun no hayamos estudiado ni la mitad de propiedades. La influencia del mar hace mejorar enfermedades porque si y ha sido fuente infinita de poemas y versos sobre el amor que despierta. Es cura e inspiración.
¿No le dice eso nada a nadie? El mar hay que cuidarlo, porque es la raíz de nuestro todo. Y no solo cuidarlo, hay que respetarlo, porque él siempre manda.
Siempre he navegado y no recuerdo mejor sensación que la de estar en un velero sin ver costa por ningún lado, navegando en ceñida sin motor. Libertad absoluta y la certeza de que no van a encontrarte los problemas que no sean reales. O las noches de fondeo donde el salitre se pega a la piel, el cuerpo pide sudadera y te duermes o pasas las guardias mecido en el casco del barco, al cobijo de las estrellas y surgen las mejores conversaciones.
Las mil y una metáforas que se destilan de la vida en el mar. El círculo de borneo para respetar el espacio del de al lado, ser orza y no ancla para los otros, pero saber que casa es, siempre, donde tiramos el ancla; los nudos que atamos, fuertes cuando necesitamos resistir pero que solo sabremos cómo deshacer fácilmente cuando vuelva la calma, si hemos dedicado tiempo a conocerlos.
Y sus lecciones. Si algo me ha dado el submarinismo es lecciones, sobre el orden necesario de las cosas, las prioridades básicas para poder con todo y la importancia del entorno. Para que lo entendáis, para intentar encender vuestros tambores y despertar el espíritu de saber más sobre el mar, os dejo este decálogo sobre las lecciones del submarinismo.
Olvidad que hablo de submarinismo y le veréis todo el sentido.
1- Mantente con confianza y calma cuando lleguen las dificultades. No te estreses, solo relájate y fluye. (La corriente siempre va a ser más fuerte que tú).
2- Nunca te olvides de mirar alrededor y disfrutar de los paisajes y el entorno. (Disfrutar es la única meta)
3- No des por hechas las pequeñas cosas, suelen ser las mejores cosas de la vida. (Lo esencial es invisible a los ojos si no sabes mirar)
4- Las cargas (lastres) que tenemos no deben verse como inconvenientes, sino como apoyo y experiencia para seguir adelante. (A veces necesitas ayuda para hundirte para llegar al fondo de las cuestiones).
5- En momentos de dificultad, mira a tu alrededor, tus compañeros estarán ahí para ti. (La norma nº1 del submarinismo es que no puede practicarse solo. La vida es igual).
6- Aunque busques y tengas un compañero, no te olvides de ser autosuficiente, ya que él puede necesitar que lo seas en algún momento. (No puedes ser de ayuda si tú no estás bien y no tienes lo que necesitas).
7- Afronta tus miedos con una zancada gigante hacia lo desconocido. (El miedo solo te está señalando tu próximo objetivo)
8- Procura no generar mucha basura o suciedad a tu paso ya que puede causarte problemas en el futuro y no dejarte ver con claridad las mejores cosas. (Las aguas turbias no le gustan a nadie)
9- Si alguna vez tienes dudas, recurre siempre a ti y recuerda las lecciones básicas que aprendiste. (Prioridades)
10- No lo olvides nunca, sigue respirando.
Gracias por el ratito.
Que bonito el texto. Una oda al mar y a vivir de verdad.
Gracias, Claudia, me ha encantado este texto! A mí también me fascina el mar y me gustó mucho hacer submarinismo, las tres pequeñas experiencias que he tenido (bautizos submarinos, no tengo el título, pero quizá algún día me lo saque). Me parecen muy acertadas todas las lecciones que has extraído del submarinismo, especialmente la del lastre. Nos cuesta mucho ver los "obstáculos" como algo que nos permite crecer y madurar. Sin ellos viviríamos una vida muy happy pero totalmente anodina y sin movimiento. (Pero qué difícil es recordar esto cuando estamos en medio de esas aguas turbulentas y nosotros con esos lastres tan pesados...). Un abrazo y gracias por tu bienvenida 😘 M.