Sin memeces ni m*m*d*s

Tener que seguir siendo sin ser tú. Poner a prueba la capacidad de reinvención y decir que, distintos, pero aquí seguimos, disfrutando, que podemos ser más allá de quienes de entrada somos.

Perdón, es que trabajo en marketing, así que lo de lo titulares con foto que llamen la atención, pero que luego no acaben de ser lo que dicen, se me dan bien. Es un don un poco oscuro. El texto de hoy no es pornográfico ni político, de eso ya tendremos suficiente mañana. Hoy venimos a reírnos y a explicaros un caso práctico de cuando la actitud lo es todo para salir del hoyo.

Hace ya varios meses que me molesta bastante la garganta. Yo canto mucho, por casa, sin más, ni bien ni mal, pero canto. Me di cuenta que había canciones que ya no podía cantar. Eso sumado a que me quedo afónica cada 10 días, me hizo ir al otorrino. Fue el jueves y ya todo apuntaba a tarde complicada. Al llegar al hospital me fue imposible encontrar la consulta, hasta el punto de que tuve que llamar por teléfono al mismo hospital para que me indicaran, porque no había recepción. Según encuentro la consulta, una cola de locos y veo asomarse a mi doctor (que lo adoro) llamando al siguiente paciente, pero no con su habitual energía y humor si no bastante agobiado. Pobre hombre, pensé. Antes atendía en otro hospital y hace año y medio se cambió a este y me da que no le va del todo bien. Espero mi turno, entro a la consulta y le explico. El señor me sube a la camilla y me informa de que me va a poner una sonda en la nariz para verme la garganta. “Molesta pero no duele” me dice. ¬¬ Ya me conozco yo esta frase. “Usted empiece y ya decido yo si duele” pienso para mi.

Una vez me tiene ensartadita, me dice: “di iiiiiiiiiii en alto y de forma prolongada” Lo hago y según empiezo a pronunciar mi i, se van los plomos de la consulta, se apagan todas las máquinas con las que me estaban evaluando y mi doctor grita “Mierda”. “Era predecible… yo siempre he sido mezzosoprano”, le contesté. ¡Lo siento! Es que a mi en las situaciones complicadas siempre me da por el humor, de hecho, es lo que me hace salir de ellas la mayoría de las veces. El caso es que a mi doctor le hice reír con el comentario y le amortigüé un poco la tarde.  Acto seguido le pregunté “Bueno, ¿vuelvo otro día a hacerme la prueba?”. “No” me dice “me ha dado tiempo a ver”. No me gustó nada el tono.

Los 15 minutos restantes de la consulta transcurrieron con la luz yendo y viniendo cada 3 minutos, mi doctor muy frustrado, pero riéndose porque yo le tomaba el pelo. Me comunicó que tengo un edema en las cuerdas vocales y me dijo lo mismo que el otorrino le dijo a Miley Cyrus “Esto no le pasa a la gente introvertida. Haces un uso excesivo constante de tus cuerdas vocales y para ver si te has hecho nódulos, necesito que baje el edema (inflamación) por lo que necesito que estés de 15 a 21 días sin hablar”. Obviamente, mi reacción fue ponerme a hablar para decirle que yo no puedo no hablar, que me dedico al marketing, que justo después de la consulta tenía un evento y un sinfín de excusas. “Vale, pues quédate muda a los 50”. No me parece buen plan, así que voy a pasar por el arito y voy a cerrar la boca un par de días.

La foto es un poco gore, si. Son cuerdas vocales inflamadas. Pero lo admito, le iba al pelo al título para llamar un poquito la atención.

Él vio mi agobio y me dijo “Clau, no te digo que te metas en un convento de clausura, solo te pido que hables lo justo, lo estrictamente necesario” Aquí lo hizo bien sin querer. Yo soy yo, porque hablo por los codos, si no, sería otra persona, pero claro, me puso un reto y despertó mi curiosidad ¿Quién soy yo si me quitan lo que me hace ser más yo? ¿Qué es lo estrictamente necesario? Enseguida consiguió activarme la tecla de la actitud (por eso adoro a este médico) así que voy a intentarlo. Según salí de la consulta escribí a todas mis personas más cercanas por whatsapp, les expliqué la situación para que no se extrañen si estoy menos activa estos días y le dije con un humor que esta nueva etapa de mi vida se llama “Ni memeces ni m*m*d*s” (sustitúyanse aquí los asteriscos por “a”. De ahí el título del texto) porque tengo que cuidarme la garganta y era la broma fácil para no preocupar a la gente con lo que me pasaba. Bendita creatividad.

El caso es que una desgracia de tarde con un mal diagnóstico (el 3º de este año) y unas idas y venidas de luz, se convirtieron en muchas risas. Las mías con mi médico ante tan esperpéntica situación y las que me eché con todo mi círculo por el titular de mi nueva etapa y porque ninguno da un duro porque me quede callada.

No me queda otra que intentarlo y quiero ver que pasa si me quitan algo que es tan mío. Como lo voy a conducir, quien hay detrás de lo que más me identifica, qué voy a descubrir o a que voy a dedicar el tiempo. A falta de cantar, volveré a dibujar seguramente. Me parece un reto del que puedo sacar muchas conclusiones, incluso ver y experimentar las ventajas que siempre admiro de esa gente que es más pausada, que dice menos. No hay nada que me pueda parecer más interesante que tener que seguir siendo, sin ser tú. Es una oportunidad única de poner a prueba la capacidad de reinvención y decir que, distintos, pero aquí seguimos y vamos a seguir disfrutando, que podemos ser más allá de quienes de entrada somos.

Gracias por el ratito.

**Obviamente, esta situación implica que, los próximos 2 o 3 textos, no van a ser locutados en el momento de su publicación. Cuando vuelva a estar bien, los locutaré todos.